Sólo una libertad, la del albedrío, la recibimos como derecho inalienable; todas las demás libertades debemos buscarlas y conquistarlas.

En muchas partes del mundo, las libertades son escasas y hay que luchar, a veces hasta la muerte, para lograrlas. En otros países las libertades están latentes, a la espera de corazones valerosos que estén dispuestos a activarlas.

Tenemos derecho a todas las libertades, como también tenemos la obligación de no abusar de ellas para no convertirlas en libertinajes. Por otra parte, nuestro derecho a las libertades termina donde comienza el derecho de los demás.

La libertad es el pan que los pueblos tienen que ganer con el sudor de su frente.

Lamnnais

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